Conocido universalmente por su aporte a la ciencia, el menos difundido legado filosófico del sabio alemán tiene la misma trascendencia.
Cuando Albert Einstein murió en el Hospital Princeton, a la una y cuarto de la mañana del 18 de abril de 1955, murmurando sus últimas palabras a una enfermera que no entendía el alemán, dejó un doble legado. El científico, que ha perdurado, y el filosófico, arraigado en su profundo compromiso con los valores humanos y especialmente con la paz. Este último, pese a su inmenso valor, continúa incomprendido....
No hay comentarios:
Publicar un comentario